miércoles

Teoria: el Vitral que da Luz a la Prehistoria

La Teoría como vitral cuenta con 2 aspectos a relevar: uno como componente de una edificación, en la cual, está articulando con otros elementos que se disponen armoniosa y estéticamente y que configuran a nivel macro, pero que, a su vez en el caso del vitral cuenta con la capacidad de exhibir en colores los objetos u realidad que se hayan al otro lado de este. Esto nos ayuda a comprender como es que una realidad se puede percibir de varios modos.

Si lo aplicamos netamente a la Arqueología, vemos como la Teoría es capaz de articularse con ésta, con la Ciencia, y con la Prehistoria, repercutiendo en la dinámica de las cuatro y en la adecuación de cada una por sí sola. Es así como la Teoría mediante sus componentes de cultura, cultura material, registro arqueológico y contexto ha sido establecido distintas tonalidades, que han representado a lo largo del desarrollo de la práctica arqueológica la construcción del pasado. Este al ser sistematizado va configurando la Prehistoria.

Dicho lo anterior, cabe preguntarse cómo es capaz de hacerlo, y lo podemos presentar de la siguiente manera: La Teoría es capaz de construir los datos y las asociaciones desde el registro arqueológico, mas no lo hace puramente, porque o si no caería en una mera descripción o inventario de objetos y de hechos, sino que busca primeramente delimitarlo a nivel más abstracto Ésta a su vez, estará influida por la teoría sociocultural, que es el nexo entre la cultura y la sociedad prehispánica, que es la que finalmente se busca reconstruir, y el contexto sociopolítico del investigador el que a si mismo se acopla mediante la teoría crítica con el contexto sociohistórico arqueológico. Todo esto para constituir finalmente un conocimiento arqueológico y finalmente prehistórico. Tenemos entonces que el registro arqueológico influenciado por la Teoría Física, es dateado a partir de la noción de cultura material y de cultura que están delimitadas dentro de la Teoría Sociocultural con la cual se trabaje para resolver los problemas de investigación, pero que no se debe olvidar que si es escogida por el investigador es porque en ella hay algo del contexto sociopolítico al que pertenece el investigador y que se liga con la Teoría crítica que contribuye junto a lo anterior con la construcción del contexto sociohistórico arqueológico.

Dentro de la historia del desarrollo de la disciplina tenemos algunos ejemplos acerca de cómo se han concebido todos estos conceptos de tal manera que han construido una prehistoria. Se puede citar el ejemplo de la Prehistoria del Norte Grande de Chile donde primeramente hacia fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, cuando Chile está ad portas del Centenario de vida independiente además de la reciente guerra del Pacífico que le valió la incorporación de nuevos territorios como los de las actuales regiones del extremo norte de Chile y que conllevó a la tarea de explorar aquellos para tomar conocimiento de su pasado , con lo cual, se contrató a intelectuales extranjeros para que pudieran llevar a cabo esta tarea de dar a conocer lo que allí había y lo que algún día hubo. Por supuesto que lo previo bajo las teorías en boga del viejo Mundo como el evolucionismo y el difusionismo lo que repercutió en que la cultura básicamente se consideraba bajo parámetros de simpleza y complejidad ordenaban a los grupos como salvajes o simples, bárbaros y civilizados o complejos, suponiendo que todos los grupos debían ir pasando por estos estadios en forma progresiva sin importar el lugar del mundo al que perteneciesen. Como influencias difusionistas tenemos las ideas de que todo lo que parezca más elaborado viene por influencia foránea, tanto por migraciones como de contactos. Lo anterior se apreció en la consideración de la cultura material bajo la perspectiva de la simpleza o complejidad de la cultura material y los posibles indicios de complejidad eran considerados foráneos o de migraciones, por ejemplo de grupos venidos desde el altiplano o del Perú. Esto contribuyó a configurar secuencias culturales que partían con denominaciones como hombre primordial o aborígenes de Arica y culminaba con la llegada o la invasión de los Inkas o Tiwanaku como los elementos civilizatorios.

Hasta el momento hemos presentado un esquema que ha intentado ser claro y fluido, con el propósito de ejemplificar de una forma somera la relación entre la Teoría y la producción de la Prehistoria, sin embargo, ¿es una aspiración quimérica el tratar de dar por sentado el conocimiento prehistórico tratando de sistematizarlo integrando los variados colores que se puedan conjugar en un vitral o hay que esperar aún hasta un tiempo indefinido para poder sistematizar la información que se releve y se pueda integrar? Tal vez la pregunta deba aún acotarse a lo referido a si se pueden integrar estas diversas visiones y conformar un panorama o un todo al igual que un vitral?

La respuesta es incierta aún, puesto que la mayoría de los investigadores prácticamente siempre ha abogado por mantener su punto de vista teórico metodológico sin dar señas de un acercamiento hacia una integración de otros datos, que pudieran llenar ciertos vacíos que las teorías dejan y que son blanco de críticas posteriormente de parte de sus colegas. Además y referido a este mismo punto, podemos decir que no todo es conscientemente una barrera de los propios investigadores, ya que el contexto en que estos han sido instruidos y se han desenvuelto también crea ciertos sesgos y prejuicios respecto a otros, lo que desemboca principalmente en un menosprecio y descalificación acerca del trabajo de otros y que más que tratar en unificar el conocimiento lo tiende a segmentar, entregando un panorama segmentado que adolece de la voluntad y de los esfuerzos críticos para sobreponer los intereses propios a los de la disciplina. Creo que esto presenta una excepción que se personifica en Gordon Childe, quien fue capaz de conjugar aspectos teórico metodológicos que distintas corrientes posteriormente realzaron y que constituyeron como sus baluartes. A parte de esto se pude mencionar que este sufrió también el desprecio de colegas, por ejemplo por ser transparente y coherente con su posición política.

Precisamente esto último, el compromiso político y valórico de cada autor si bien puede jugar en contra, en el sentido de que la comunidad científica pueda subestimar prejuiciosamente al investigador por esto, también puede resultar un plus para llevar la arqueología más allá de la academia.

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